Friday, May 23, 2008

Classical Variations - Uri Caine



Ningún otro artista ha ejercido en la última década una influencia mayor en el ámbito de la música clásica y el jazz que Uri Caine. Sus adaptaciones y recomposiciones de grandes obras cásicas han provocado un general entusiasmo entre el público y la crítica, fruto de lo cual ha sido la obtención este año del Echo Klassik, el galardón musical más importante de Alemania. Winter & Winter ha aprovechado esta ocasión para lanzar Classical Variations, album que recoge grabaciones inéditas del neoyorkino, así como algunos de sus más conocidos acercamientos al mundo de los clásicos.
En tiempos de fusión, confusión y crossover de diversos pelajes, es importante estar atento para distinguir el grano de la paja. Visto desde lejos, y sin pararse a deslindar como merece, lo que hace Uri Caine en sus aproximaciones al mundo clásico es justamente eso: cruce de estilos, mestizaje. Pero se trata sólo de una verdad a medias o, mejor, de una inexactitud. Lo que en realidad propone el estadounidense es una transformación, una metamorfosis del original, a veces perfectamente reconocible, otras semiagazapado, otras oculto bajo una máscara.

Ponerse una máscara es fácil: cualquiera puede hacerlo. Idear, dibujar, colorear, recortar, ajustar las máscaras que utiliza Caine requiere facultades y conocimientos al alcance sólo de los elegidos. De Bach a Mahler, Caine se ha atrevido con todo y raramente ha repetido los mismos esquemas. Uno de los aciertos que supone recopilar, como hace este disco, algunas de sus variaciones sobre músicas clásicas es justamente que nos permite cotejar fácilmente unas con otras. Mahler fue el primero en 1997, un disco con un alto contenido simbólico porque, aunque no inauguraba estrictamente su catálogo, sí que dio a conocer a mucha gente la existencia de Winter & Winter, un sello pequeño, casi a one-man label, en unos años en que los sellos pequeños aún no estaban de moda, o no eran necesarios y (auto)suficientes, como sucede ahora. Hasta profetas milenaristas como Norman Lebrecht saludaban, con un optimismo que sólo se permiten destilar a cuentagotas, una grabación que ponían como ejemplo del único futuro posible de una industria venida a menos, ahogada como estaba por sus propios errores e indigesta tras sus muchos excesos. Luis Gago

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