Saturday, July 04, 2009

Doce canciones de Charles Ives


Lo primero, vayamos al grano: ¿se pueden recomendar las canciones de Ives que nos ofrece Theo Bleckmann en Winter & Winter después de haber hecho lo propio desde estas mismas páginas con las que cantaba Jill Feldmann para Olive Music? Y a la respuesta: sí. ¿Se pueden comparar? Eso ya es otra cosa, pues el planteamiento es muy diferente aunque coincida en algo que señalábamos entonces como un dato de la selección de las canciones hechas por Feldman –aquí coinciden Songs my Mother Taught Me, Like a Sick Eagle, At the River y Weil auf Mir- y que se observa en los arreglos del propio Bleckmman y del grupo que le acompaña –Kneebody-: el sabor americano, la sensación de que estamos en un clima determinado creado por un músico que ayudó a hacerlo de recibo y que sigue suscitando ante nuestros oídos un paisaje también visual. Feldman hablaba de su selección para justificarlo mientras en Bleckmann es el ambiente sonoro y determinados detalles, guiños, centelleos, un tambor, una trompeta –At the River es paradigma de todo el procedimiento. El sintetizador manejado por el propio Bleckmann crea un oleaje a veces, un bajo continuo otras. Y su voz se mueve con la delicadeza y la soltura de un buen crooner que supiera muy bien el terreno que pisa. Convengamos en que este de las canciones puede ser un Ives más inofensivo, capaz de apelar a Keats o a Lenau en sus letras pero también a sí mismo o la tradición de los espirituales. Bleckmann y su gente trazan una línea delgada y aprehensible que une cada canción en un conjunto con algo de hipnotizador, que ya no es sólo Ives, por descontado, que les pone a ellos en el punto de mira de lo que para unos será glosa y para otros una traición llena de buenas intenciones. Lo que está claro es que el gran compositor americano se deja hacer y que se le trata con absoluto respeto. Especialmente interesantes son las apelaciones al Ives orquestal, al más renovador, al más personal, como sucede al final de Like a Sick Eagle o, sobre todo, en Waltz, todo un homenaje definitivo, un cierre soberano para un disco muy de la casa –de Winter & Winter, quiero decir- y, por eso, mismo, lleno de cosas dentro.

Pablo Batallán

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