Wednesday, September 17, 2008

Au Bordel - Souvenirs de Paris - Winter &Winter





En el burdel. Recuerdos de París. Voces e instrumentistas bajo la dirección de Noël Akchoté. W&W 910026-2
Vale Tango. Músicas de Noche. Hugo Silva (voz), A. Linetzky (piano), L. Sciarretta (bandoneón), A. Schaikis (violín), P. Cotella (bajo). W&W 910083-2
Dentro y fuera, sin juego de palabras que se refiere al in&out por lo que son visitados establecimientos evocados en el título del primer cd, sino la ciudad escuchada desde dentro y fuera; adentro pues la ciudad es un burdel que proporciona souvenirs de París a sus turistas, y no cualquier souvenir, sino el recuerdo de la época más siniestra, quizá no para sus turistas que desfilaban al paso de la oca acompañados por la voz rubia de una Schwarzkopf cantándole a uno el trágala (ya que se trata de recuerdos; en los suyos la cantante nazi afirma que no se arrepienta de nada: “non rien de rien”) o por la batuta de un von Karajan (rien de rien tampoco); época risueña también para los indígenas que acogieron a esos turistas (algunos de esos indígenas fueron oficialmente guías con celo -primer acepción- pues unos 30.000 parisinos fuero empleados como policías por las tropas nazis); a divertirse pues y a recordar el tiempo del racket y de los tráficos, del asesinato y de la ignominia, de las milicias de policías y bandidos unidos, las bandas de Bonny-Lafont, de Déat, de Pierrot el Loco, gente guapa con trajes impecables y metralleta al hombro... El cd recrea las músicas que ese París, convertido en una de las capitales del dolor, escuchaba entre dos deportaciones, en soirées de acercamiento franco-alemán canciones inmortalizadas por Maurice Chevalier, Charles Trenet, André Claveau y un largo y vergonzoso etc. Pocos cds (de hecho no conozco ninguno) han conseguido recrear ese ambiente inmundo, inmundo digo porque pone la máscara de la belleza a ese tráfico de esclavas (y en este disco, esclavos) llamado prostitución; si quiere dejar por un momento la ética, el oyente podrá gozar, o acaso sólo excitarse, con el ambiente sonoro del meadero del burdel (con meada incluida).
En toda esa miseria, sonrisas: algunos compositores que consiguieron huir de los nazis publicaron, con su nombre o bajo seudónimo, canciones que, por ignorancia de las autoridades, no fueron prohibidas, entre ellas, el tema del Ángel azul, escrito por los judíos Hollander y Lerner, y que los autores del cd presentan bajo su título inglés, con mucho humor.
De música de burdel también trata el disco de tango, pues así fue, dicen, su origen; pero, tratándose de Argentina, la cultura impregna hasta los bajos fondos y su música, y cómo lo dice la canción “tiempo en el que fuimos intensos, fuimos tensos y abusamos de los lechos y de los pechos bien educados...” Al juego de las ciudades, este disco no evocaría, como el tango clásico de digamos Goyeneche, la Buenos Aires del recuerdo borgesiano grandioso y solitario, en la sombra de la inundación, ni la metrópolis contemporánea de un Piazzola, sino, desde Villa Crespo a Plaza Once, la ciudad que Macedonio Fernández finge confundir con “una estación en la que uno espera en vano un tren”, la ciudad de las ilusiones de César Tiempo (es decir, Israel Zeitlin) “argentino hasta la muerte, pues nací en Dniepopetovsk”, ciudad cosmopolita que se encarga de evocar el bandoneón mientras el piano en dúo con la voz macha de Hugo Silva cumplen con los requisitos clásicos para recrear a aquel porteño arquetípico, aquel “Hombre que está solo y espera” (Scalabrini) algo becketiano avant la lettre, al evocar también a Erdosaín, el anti-héroe de Roberto Arlt, cuya vida y “fiaca” sangran por las calles turbias... Y es el violín (o el violinista) que da su máxima originalidad al cd, al imponer una presencia femenina en ese mundo en el que el, tango es asunto exclusivo de compadritos: una presencia femenina, el fantasma de tantas esclavas de allende los mares, una mujer, Reina de las ficciones cuyos sonidos aterciopelados cubren el murmullo de las olas y suspiros del esfuerzo de los remeros, mas ninguna ola es tan audaz como para humedecer la crin del arco o enmohecer el metal de la cuerda. (diverdi.com)

”Salon music at Schumann’s Bar”





El Schumann’s Bar supone un escenario tan mítico como el Gran Caffé Quadri de Venecia, un local donde la música se derrama por sus ventanas a todas horas y pequeños grupos de cámara han hecho bailar a la nostalgia con la noche y el sano cachondeo inteligente sin miedo a la resaca del día después. Klaus y Michaela Neftel han compilado dos decenas de piececillas con arreglos propios –para violín solista, principalmente– y ajenos –del acordeonista Wieslaw Pipczynski, otro de los muchos integrantes que componen el seno de Prima Carezza, y de autores como Karl Satow o Helmut Ritter– con los que pretenden dar un repaso a una muestra de esa música oscura de aire popular que sonó en tierras germánicas a principios del siglo XX antes de ser perseguida y/o censurada por el partido nazi. Valses, tangos y polkas se entremezclan con temas tradicionales zíngaros y hebraicos (Czardas, Dinicu, Boulanger), pero también con extractos de operetas y clásicos que se han vuelto célebres por su uso cinemático (Ojos negros, Brahms, Massenet). Músicas felices de las que animarían un velatorio, pero también signos de una época tan rica culturalmente como diversa en gentes, y cuyo ejemplo de armonía ha quedado hoy día proscrito al olvido. Tres años llevaba su productor y principal valedor, Stefan Winter, acariciando este proyecto, ilusionado por los recuerdos de su madre en Munich. Ojalá el regalo no la deprima por esas golondrinas que ya jamás volverán sus nidos a colgar. // Iván Sánchez Moreno

Patchwork, La musique de Christian Lacroíx - Naive


Christian Lacroíx, neobarroco y colorido. Este francés le aportó un toque de teatralidad a la moda. Su bagaje cultural (estudió historia del arte) y su pasión por la cultura hispana (con gitanos, flamencos y toreros a la cabeza) jugaron un rol decisivo en sus diseños. Para Patchwork, el disco que editó con la música de sus desfiles, convocó ni más ni menos que a Beatrice Ardisson, una Dj francesa, adorada por la gente gay, especialmente en París.
Beatrice es una verdadera alquimista para seleccionar música y crear atmósferas que transmitan una idea. Ya lleva editado varios discos donde compila los más extraños covers. Ella vive a las afueras de Paris, en una granja con muchos animales y ahí tiene su propio laboratorio de música con más de 15.000 discos, todos perfectamente clasificados.
En Patchwork, La musique de Christian Lacroix, ella nos presenta una perfecta cajita de música, desde la portada, la edición y la colección de canciones, lo que hace de este álbum un objeto precioso, de esos que son magníficos para regalar, aunque también nos cuesta regalar y desprendernos.
En los dos discos Beatrice Ardisson, selecciona música de los desfiles de Christian Lacroix, donde pueden convivir canciones de Fizzicato Five, Pink Martini, Nina Hagen, Marianne Faithfull, Antonio Gades, Michael Nyman, Ravi Shankar. La genial Beatrice Ardisson logra una maravillosa mezcla de sonidos que definen la mixtura de la moda de Lacroix. Los treinta y pico de tracks donde hay desde Rock, Jazz, Zarzuela hasta Tango y Boleros, crean un universo en Patchwork, más que de un álbum de música, de un precioso tesoro.

Tuesday, September 16, 2008

Distances - Norma Winstone


La cantante Norma Winstone nació en Londres y comenzó su carrera cantando standards; pero como siempre hay un pero, a finales de los años '60 se presentó en el Ronnie Scott nada menos que con el gran Roland Kirk. Y se ve que algún borne se soltó, pues a partir de ahí le dijo "gudbái" a lo convencional y comenzó a involucrarse en el avant-garde y a experimentar, pero de verdad.
Así las cosas, fue sumando experiencias con gente como John Taylor, Kenny Wheeler (con ambos conformó la agrupación Azimuth), Michael Gibbs, Mike Westbrook, Steve Swallow y unos cuantos más.
También le ha puesto letra a composiciones de gente que compone cositas sencillas como Ralph Towner, Egberto Gismonti o Ivan lins.
La cuestión (a eso íbamos) es que la señora Norma Winstone tiene nuevo álbum; su título es Distances y en él, en un clima intimista en el que la acompañan Glauco Venier en piano y Klaus Gesing en saxo soprano y clarinete bajo, interpreta composiciones propias y singulares relecturas de Every Time We Say Goodbye (Cole Porter) y Here Comes the Flood (de un tal Peter Gabriel).
Y que lo editó el sello alemán ECM. ( El intruso)

Being There - Tord Gustavsen Trio -ECM


“Hacemos música que canta, a la vez suave y robusta”, explicó en su primera presentación en Barcelona. Gustavsen ha cerrado con su último disco, “Being there”, una trilogía discográfica que el tiempo confirmará como una de las aportaciones mayúsculas del jazz del nuevo siglo XXI. Con su música lírica y melódica, muy a menudo insinuada (“busco muy conscientemente crear la espera de una frase que viene, de una sugerencia, de una resolución…”, ha declarado a la revista Jazzman), la obra de Gustavsen crece día a día.
Las canciones de los dos discos anteriores (“Changing Places” y “The Ground”), así como las de este disco, son parte del repertorio que han venido tocando en vivo, con lo cual reflejan la alegría de la vida, la reflexión y la contemplación de tres músicos que se conocen desde hace un largo tiempo.
Así como Gustavsen puede tocar la misma nota de diferentes maneras, “Being There” tiene innumerables capas que lo hacen un gran disco para sentarse a escuchar; te pide calma cuando todo el mundo corre loco a tu alrededor; algo realmente subversivo para los tiempos que corren.